Autoficciones 01_Cocuyos
Quería subir hasta la caseta de las Empresas Municipales, pero llovía, el camino estaba mojado y empezaba a oscurecer. Milo venía conmigo, pero me daba miedo verme solo y a oscuras en la montaña. A mitad de la loma decidí darme la vuelta. Camino abajo perdí a Milo de vista y después de la curva, en una explanada un montón de luciérnagas empezaron a alumbrar. Había treinta, o cuarenta por lo menos. De pequeño las cazábamos en frascos de vidrio y decíamos cocuyos en vez de luciérnagas. Sentí ganas de quedarme y a la vez un miedo horrible de que apareciera alguien entre los matorrales y me dijera: “compañero, camine al monte y nos ayuda a recoger leña”. No había rastro de Milo y cuesta abajo los zapatos resbalaban en el barro.
* * *
Autofictions 01_Fireflies
I wanted to walk up to the power hut but it was raining, the road was wet and it was already getting dark. Although Milo had joined me, I was afraid of being on my own in the mountain. Halfway up I decided to turn around. I lost sight of Milo on my way down and after the curve, on an open field, a bunch of fireflies began to light up. There were at least thirty, or forty of them. When I was a kid I used to hunt them and put them into a glass jar. I felt like staying but I was terrified that someone would walk out of the bushes and say: “mate, why don’t you come with us to the mountain to help us collect some firewood." There was no sign of Milo and the mud was very slippery downhill.